Después de esa tremenda noticia Laia estaba consternada, totalmente ausente, en su mente había miles de dudas, y aun no podía creer lo que el inspector Cooper le había dicho, ella conocía muy bien a Fudo mejor que nadie y sabía que él era incapaz de hacerle daño a alguien, pero había un hecho concreto el señor Isao estaba muerto y ahora ella quería averiguar cómo y porqué.
El inspector Cooper sabe que fue demasiado pasional con su discurso, cosa que rara vez le sucede, desde que empezó este caso siente que no está siendo el mismo, pero esa no es una excusa, un profesional debe ser frío en esta clase de circunstancias como él siempre lo ha sido.
—Le pido disculpas señorita Laia por lo sucedido hace un momento, no debí haberle dado mis conclusiones de esa manera.
—no se preocupe oficial... (Cooper tuerce los ojos, pero esta vez no dice nada) …estoy mucho mejor, sigo sorprendida por la noticia de la muerte del señor Isao, pero de algo estoy segura y es que Fudo no fue quien lo mató.
—¿Y por qué está tan segura de eso?
—porque lo conozco mejor que nadie, hemos creado un gran vinculo como hermanos, mi papel como hermana ha ido más allá de un trabajo, y sé que él sería incapaz de hacerle daño a alguien inspector.
—Mmm bueno eso responde por qué Fudo solo quiere hablar con usted
—¿Conmigo?
—Así es, esa es la razón por la cual la hemos contactado, Fudo se niega a hablar con nosotros, tampoco desea hablar con un abogado, dice que solo hablara si usted está presente.
—Señor el sospechoso ya está en la sala de interrogatorios.
—Perfecto acompáñeme, señorita Laia. —Está bien.
El homicida debía ser alguien bastante cercano a la familia era de las pocas conclusiones a las que habían llegado. Era simple las puertas y las ventanas no estaban forzadas, tampoco había signo de peleas y la herida que se le encontró al señor Isao producida al parecer con un arma blanca fue a una distancia bastante corta, el forense especulaba incluso que tal vez lo hicieron mientras lo abrazaban, ya que no había señales de que hubiera sido ahorcado. Tampoco habían podido localizar a la madre del chico la señora Naomi Akiyama, pero claro nada de esto era conocido ni por Fudo ni por Laia, ambos por el momento eran considerados sospechosos, aunque en mayor medida para el joven Akiyama.
Fudo Akiyama siempre había sido un chico especial, diferente a todos los de su edad, nada popular en la escuela era víctima constante de Ijime (bullying), era el más alto y delgado de su clase de pelo a los hombros y mirada aniñada bastante inteligente pero demasiado cansado de estudiar desde que tenía memoria, de hecho, estudiaba desde antes de tener consciencia de tener una. Sus padres lo habían inscrito en clases de 0 a 6 un programa especial que se había hecho muy popular en Japón donde los niños eran bombardeados con información tan solo 8 meses después de nacer, el sistema educativo Japonés era cada día más difícil y se debían tomar clases incluso para aprender cómo tomar clases y Fudo debió pasar por todo ese proceso, donde se le medía de forma meticulosa cada una de sus acciones para que fuera una persona de éxito en el futuro, proceso que por cierto no le gustaba que los chicos fueran creativos. Eso en nada contribuye a la nación decía el ministro de educación. “Necesitamos ciudadanos obedientes y trabajadores”. En el recreo Fudo prefería ir a la biblioteca a leer un libro de fantasía o de magia donde encontraba el consuelo de otros mundos de otras vidas de las cuales el soñaba hacer parte. —me gustaría poder rediseñar este mundo se decía a sí mismo.
Esa mañana había salido algo tarde de su casa y perdió el transporte escolar, otra pelea entre sus padres, su relación estaba cada vez peor y en parte Fudo se sentía culpable por ello. Pero en ese instante no había tiempo para pensar en eso tenía que correr muy rápido para no perder su clase de inglés si tiene otro retraso lo suspenderán y es lo que menos necesita ahora “más problemas” faltaban solo 5 minutos para iniciar la jornada estudiantil cuando al pasar por el pasillo que da al baño de las chicas Fudo ve como un par de estudiantes que ya le han golpeado antes a él están acosando una niña de su edad es decir de unos 13 o 15 años a lo sumo. Ralentiza su marcha por un momento piensa que lo más adecuado sería tratar de ayudarla, no solo por ser una chica si no porque él ya ha vivido esa situación, pero por otro lado sabe muy bien que si los enfrenta la cosa terminara muy mal para él, pero no deja de pensar ¿si la deja sola que le pasara a la chica? ¿Hasta dónde pueden llegar? ¿Qué debo hacer, intentó salvar a la chica o sigo de largo y que ella se las arregle sola?
No se podía quedar cruzado de brazos después de ver lo que estaba pasando, después de que el mismo muchas veces había pedido al cielo que alguien lo ayudará, cuando era víctima de estos tipos y solo encontraba dejadez de parte de los otros alumnos que se hacían los de la vista gorda, otros más hasta disfrutaban el acto y los profesores eran una manada de negligentes con los cuales no se podía contar. Fudo sabía que esa chica solo contaba con él que de nada servía ir a rectoría o hablar con su profesor de inglés, para entonces ya no le importaba perder su clase solo ayudar a la chica y morir en el intento.
—¡Déjenla tranquilaaaa! —Un grito ensordecedor salió de la boca de Fudo.
—¡Vaya, pero miren a quien tenemos aquí! —Dijo, Masayoshi el líder de los Guangúlu la banda de malditos que atormentaba esta y varias escuelas a la redonda, no era solo una pequeña banda escolar era toda una red que eran protegidos por los Yakuza.
—Es mejor que te largues tonto este no es asunto tuyo, y más te vale que antes de que te vayas dejes el dinero de tu mesada, como pago por ser tan bocón.
—No me iré, hasta que la dejen en paz.
—¡Así que tenemos un valiente! —Dijo irónicamente Masayoshi
—Fudo sentía miedo, mucho miedo, pero la idea de dejar una pobre chica sola lo superaba ya no podía retroceder así que estaba listo para pelear o eso pensaba. La estrategia funcionó los tipos dejaron a la chica se olvidaron de ella para poner sus ojos y malas intenciones en Fudo.
—Si hay algo que detesto más que un bocón es un valiente debilucho como tu Fudo, parece que la última vez que te metimos al excusado no fue suficiente lección, los tontos como tu necesitan un mensaje más claro y directo uno que te enseñe quién es el que manda en esta escuela.
A Fudo le temblaban las piernas y sudaba cada vez más, pero al mismo tiempo estaba cansado, de las injusticias que tanto él como otros chicos tenían que vivir a diario, estaba cansado de la indolencia de los demás y sobre todo estaba exhausto de que nadie hiciera nada, nunca pensó que fuera el precisamente quien debiera hacerlo, pero aquí estaba frente al matón de la escuela, con más miedo que otra cosa, pero dispuesto a enfrentarlo.
—Masayoshi hizo como si fuera a irse pero de repente se abalanzo rápidamente contra Fudo sin darle tiempo ni siquiera de respirar lo tomo por el cuello y lo levanto con una pasmosa facilidad, Fudo solo podía sacudirse como un pez que ha sido sacado del agua y justo así se sentía, mientras los otros tipos de la banda solo reían como si fueran participes de una comedia griega, Fudo sentía que se iba a desmayar no podía creer que su acto heroico hubiese durado tan poco se sentía patético, con un gran esfuerzo volteo a mirar hacia donde estaba la chica pero ella ya se había ido, así que Fudo esbozo una sonrisa — Por lo menos ella logro escapar, pensó. —Pero este gesto solo hizo enfurecer a Masayoshi, quien deja caer a Fudo al suelo.
—¿Así que lo estas disfrutando Ahh cerebrito?
Mientras Fudo en el suelo seguía sonriendo, era un gesto inevitable pero que sabía que le costaría caro. A esas alturas ya poco importaba, vio como la sombra de Masayoshi se acercaba de nuevo y antes de que este hiciera algo se levantó rápidamente y aprovechando su menor talla le propino un cabezazo en la cara a Masayoshi quien se vio sorprendido y quedó mareado.
—¿Qué es esto? —Mientras tocaba su rostro vio su sangre por primera vez en mucho tiempo y ahora si estaba realmente furioso, Fudo salió corriendo no tenía más caso seguir haciéndose el valiente su misión ya estaba completa, salvó a la chica y de paso le dio un buen cabezazo al matón de la escuela qué más podía hacer aparte de correr. Y esta era de las pocas cosas que Fudo sabía hacer bien, corría como el viento y Masayoshi lo sabía, pero esta vez no estaba dispuesto a dejarlo escapar.
—¡Atrapen a ese desgraciado! —Grito a sus secuaces.
Fudo empezó a subir las escaleras rápidamente no tuvo mucho tiempo de pensar si esa era una buena o mala decisión, cuando se dio cuenta ya estaba llegando a la terraza en el quinto piso. Se detuvo un momento para mirar hacia abajo a sus perseguidores, no pudo verlos, ¿se cansaron de perseguirme? No lo creo reflexiono rápidamente. —En efecto escucho las pisadas un nivel más abajo, así que se dirigió hacia la terraza, buscando un buen lugar para esconderse. ¿Y si llamo a alguien? Se dijo mientras miraba su móvil, pero lo descarto rápidamente, no tenía amigos y no quería molestar a sus padres, ¿además qué les diría? Escucho voces, mientras estaba detrás de uno de los tanques hídricos de la escuela.
—Ya estamos cansados Masayoshi, dejémoslo así ya lo veremos más tarde o mañana. —dijeron sus amigos.
—Nada de eso este tipo me las paga hoy, miren nada más como me volvió el rostro, si no le damos una lección ejemplar todos los estudiantes pensaran que somos débiles.
—Pero es tarde y llevamos más de 20 minutos en esta maldita terraza, hace demasiado calor. —Protestaron sus hombres. Masayoshi volteo sus ojos con un gesto de desespero.
—Está bien señoritas, vámonos, pero este chico me las pagará más tarde. — claro, jefe después le enseñaremos.
Fudo sintió un gran alivio, aunque sabía que su vida sería un infierno desde ese momento, para esconderse y escapar de Masayoshi y sus hombres, pero por lo menos por ese día estaba a salvo. Se levantó y limpió su uniforme ya había perdido su clase de inglés no tenía caso permanecer en la escuela, decidió irse a su casa y descansar un poco, mientras sonreía no podía dejar de hacerlo al pensar en todo lo que sucedió, abrió la puerta para bajar las escaleras y de repente, ahí estaba Masayoshi esperándolo tras la puerta, ¡Y como en una película vio en cámara lenta acercarse a su rostro una patineta! ¡después solo oscuridad!
—Señor el sospechoso ya está en la sala de interrogatorios.
—Perfecto acompáñeme señorita Laia. —Está bien.
Habían transcurrido 18 horas desde que Fudo salió de su cuarto, todo un récord para un hikikomori. Pese a su ansiedad por estar lejos de su hábitat el encierro involuntario al que esta vez estaba siendo sujeto era un aliciente para su nerviosa personalidad, pero él sabía muy bien que de no salir bien librado del lío en que estaba metido esa soledad tan tranquilizadora no duraría mucho, además él también quería saber que había sucedido con su padre. Escucha unos pasos que se acercan, el incidente por el que paso en la escuela ya hace más de 2 años le había desarrollado el sentido del oído mucho más del promedio. La puerta se abre y tras de ella por fin algo o mejor alguien que le alegra un poco el día, después de tantas horas de extrema confusión.
—Fudo ¿estás bien? Le pregunta Laia mientras se abalanza y le da un fuerte abrazo, rompiendo todo el protocolo de cero contacto que tenían establecido en su contrato de hermana de alquiler.
—Eh si, gracias…—responde Fudo sonrojado y sorprendido.
—Señorita Laia le agradecería que no tuviera contacto con el sospechoso, tomemos asiento por favor.
Laia se da cuenta de su torpe espontaneidad en un momento como estos. Resopla llevándose el fleco del cabello graciosamente hacia atrás por unos segundos.
—Muy bien señor Fudo ya hemos sido bastante flexibles con usted a causa de su corta edad y su inexistente historial criminal, hemos traído a la señorita Laia sacándola y molestándola a altas horas de la noche de su residencia, así que ahora va a cooperar con la justicia.
Fudo tuerce los ojos, no era necesaria esa introducción del policía malo, para hacerlo hablar.
—Lo se oficial.
—Inspector, dice Cooper mientras frunce el ceño.
—Como sea. Yo soy un hombre de palabra así que ahora estoy listo para su interrogatorio.
Cooper nota el gran cambio que sufre Fudo del chico tímido y parco que encontraron a un hombre aparentemente más confiado, pero esto hace que le parezca aún más sospechoso esos cambios repentinos en su personalidad son comunes en asesinos en serie.
—Muy bien, me alegra escuchar eso. Antes de empezar me gustaría preguntarle ¿el porqué de su insistencia de traer a la señorita Laia para poder hablar?
—Bueno ella es la única persona en la que en realidad confío, además de que solo con ella he hablado durante los últimos meses, así que por un lado me llena de tranquilidad para poder relacionarme mejor con ustedes, pero por otra parte quiero que ella sea testigo de lo que pase aquí, ya que una mala impresión de su parte hacia mí me dolería demasiado.
El inspector Cooper no queda del todo satisfecho con esa respuesta, pero prefiere pasarla por alto por el momento, hay cosas mucho más importantes que aclarar y si el muchacho iba a soltar la lengua gracias a la presencia de la chica, que más daba.
—Muy bien, en ese caso señor Fudo quiero que me responda lo que ya le he preguntado desde que lo trajimos a la estación. ¿Cómo es posible que usted estando en el mismo apartamento que su padre no se haya percatado de su muerte? Entiendo después de hablar con la señorita Laia que usted es una persona que ama la soledad y se aisló voluntariamente del mundo exterior y hace mucho no veía a sus padres, pero, aun así, ¿cómo es posible que no detectara el olor nauseabundo que había en su casa, ese olor a muerte que cualquiera podía notar metros a la redonda?
—Es sencillo responder a eso oficial, perdón inspector. Perdí el sentido del olfato totalmente, a causa de un trauma craneoencefálico que sufrí hace un par de años, los médicos me dictaminaron anosmia crónica.
El inspector Cooper no esperaba eso.
—Puede corroborarlo con cualquier médico que me examiné, también el accidente que tuve el cual me imagino debe haber quedado en mi historial médico.
Cooper mira al espejo de la sala de interrogaciones dando a entender a sus colaboradores del otro lado que corroboren esa información de inmediato. Cosa que por cierto ya deberían haber hecho. —estoy rodeado de incompetentes, pensó, pero casi que transmitió su pensamiento por el cristal con sus ojos desafiantes.
—Señor Fudo cuénteme otra cosa, ¿Dónde está su madre? Hemos intentado localizarla desde que lo encontramos a usted y al cadáver de su padre, pero no hemos podido dar con ella.
—La verdad no lo sé inspector.
—Pero ¿Cómo es eso, no sabe dónde está su propia madre?
—Solo sé que hace unos seis meses tuvieron una fuerte discusión, entre otras cosas por culpa mía. Su relación ya venía en deterioro desde hace tiempo, pero ese día, escuché que se dijeron cosas horribles y después oí un portazo y hasta la fecha no he vuelto escuchar la voz de mi madre.
—¿Así que su madre los abandono?
Laia no puede evitar sentirse molesta por la forma tan directa e indolente de preguntar del inspector Cooper, pero prefería no intervenir, ya que veía a Fudo extremadamente calmado.
—Eso es lo que parece inspector dice Fudo.
—Bien buscaremos a su madre para ponerlo en su custodia y también para tomarle su declaración. ¿Tiene alguna idea de donde pueda estar?
—Quizás en la cabaña que tiene la familia a las afueras de la ciudad, no se me ocurre ningún otro sitio.
El inspector Cooper no sabía en esos momentos si dejar ir a Fudo para ver cuál era su reacción y seguirlo o si dejarlo en custodia un tiempo más, mientras las cosas se seguían aclarando, por el momento no tenía gestos delatores que le hicieran parecer culpable, pero su coartada seguía siendo débil ¿Qué debo hacer? Pensaba.
En esta ocasión tendrás la oportunidad de tomar decisiones importantes en la historia. ¿aceptas el reto?
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Anotado. Muchas gracias Salva.
Opción 2 — Soltarlo Buen capítulo, Oscar.... 👏👏