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Capítulo III La Sospecha

El inspector Cooper empieza a cruzar sus dedos mientras los hace tronar, un gesto que solo realiza cuando está maquinando algún plan, sus hombres al otro lado del espejo lo notan rápidamente y saben que ya se le ha ocurrido algo.


—Muy bien señor Fudo, eso es todo por el momento. ¡Queda usted en libertad!

—¿Cómo, así nada más? Fudo sabe que pasa algo raro.

—Si, no hay duda de que usted no mató a su padre y no tiene idea de quien lo hizo. Sin embargo, no hemos podido localizar a su madre. ¿Tiene usted algún otro familiar el cual pueda venir a recogerlo?

—No inspector, ya se lo dije antes no tenía a nadie más que a mi padre y mi madre que ahora parece estar perdida.

—Ya veo…—Cooper se lleva la mano al mentón como meditando algo, aunque en realidad él ya sabía exactamente que decir y hacer, sus hombres, conocían ya esa escena la cual era puro teatro para los sospechosos y familiares.

—Señorita Laia creo que tendrá que colaborarnos con este asunto.

—¿Yo? ¿pero cómo?

—Bueno, aunque realmente no sea su hermana, hemos revisado y el contrato que firmó con sus padres en cierto modo le da no solo una responsabilidad con el muchacho, sino que además legalmente es un documento que la autoriza como su tutora.

—¿Me está pidiendo que viva con Fudo? —La sola idea de tener que compartir con alguien en su casa la aterraba, y más si era Fudo.

Fudo tampoco estaba muy cómodo con la propuesta del inspector Cooper, ya se había sonrojado de solo escucharlo.

—Al menos por el momento, señorita Laia, mientras encontramos a la madre de Fudo. La otra opción sería mandarlo a un albergue temporal para niños y adolescentes huérfanos, pero eso sería algo aún más traumante y dispendioso para él dado los últimos acontecimientos.

—Claro que no, Fudo se puede quedar en mi casa hasta que sea necesario, usted tiene razón él es mi responsabilidad, después de todo soy su hermana, así sea de alquiler. —dijo Laia mientras sonrió un poco con la mala broma, pero a la vez para disimular su desazón, aunque su respuesta había sido muy auténtica, el solo imaginarse a Fudo en esa situación le partía el alma y sacaba su instinto más maternal.

—No te preocupes Laia, no es necesario que te molestes tanto por mí, ya fue suficiente con hacerte venir hasta acá a altas horas de la noche, creo que mi madre aparecerá tan pronto se entere de lo sucedido así que seguramente no pasare mucho tiempo en el albergue.

—Fudo san, ya he tomado la decisión, te vas conmigo a mi casa.


Acompañados por el mismo carro y los dos oficiales encargados de llevar a Laia a la estación salieron rumbo a su casa, tras vivir una noche bastante extraña y con la sensación de que realmente nada había terminado.

Para cuando Laia y Fudo llegaran a su casa está ya estaría llena de micrófonos y desde que salieron de la estación sus teléfonos estaban intervenidos, por supuesto a un par de agentes se les encargó la tarea de seguirlos 24/7.


—¿Realmente cree que fue una buena idea dejarlo ir inspector? Ese chico es la única pieza que tenemos en este caso. —dijo el oficial Rochi, el hombre de confianza de Cooper.

—Bueno tú mismo fuiste testigo del interrogatorio y de su comportamiento mientras estuvo solo, en ningún momento dio señas o algún gesto de ser culpable, eso por supuesto no lo exime de serlo por el momento. Sin embargo, si es culpable será más fácil que cometa un error afuera mientras está libre, él realmente no sabe lidiar con esa sensación, aquí creo que se sentía demasiado cómodo. ¿Ya localizaron a la madre?

—No señor, parece como si se la hubiera tragado la tierra, la cabaña estaba vacía al parecer por un buen tiempo.

Cooper fortalecía cada vez más sus sospechas de que la madre de Fudo tenía algo que ver en todo este asunto.

—Es crucial para el caso encontrar a esa mujer —le dice Cooper a Rochi

—Lo se señor, la encontraremos a como dé lugar.


Habían llegado a la casa de Laia y el silencio que fue una constante en el auto no se había roto aún. Que decir en estos momentos se preguntaba Fudo, que siempre fue tímido con las chicas y aunque se había acostumbrado a la presencia de Laia, era muy diferente salir un rato al parque que estar en su casa.


—Quiero pedirte disculpas de nuevo por tanta molestia Laia

—Ya te dije que no te preocupes, lo hago con gusto. Sin embargo, hay algo que debo contarte,

—¿Qué cosa?

—Bueno, antes de ir a la estación fui a buscarte a tu casa y vi algo o a alguien no se bien que cosa realmente.

—Oh y ¿Cómo es eso?

—Era una mujer de una edad mediana, no puedo asegurarlo, pero creo que quería hacerme daño.

—¿Y porque no le dijiste nada a la policía?

—Lo hice, pero no me creyeron, el inspector Cooper solo me dijo que estaba cansada y nerviosa.

—Quizás fue así.

—No yo sé que vi algo y sentí una energía muy extraña que la cubría también.

—¿Y qué es lo que piensas entonces?


Laia no sabía como decirle lo que pensaba, y tampoco porque no dijo nada de esto en la estación de policía, pero quería sacarse la duda de una vez por todas.


—Fudo, sé que sonara raro, pero ¿podrías mostrarme una fotografía de tu madre?

—Mi madre, eh sí claro, creo que tengo alguna foto suya en el celular, pero de hace algunos años, debe haber cambiado ya.

—No importa.

—Está bien déjame buscar, creo que en su Facebook debe haber alguna, mmm si aquí está, pero es de hace un par de años, ¡mira!


La mirada de Laia no pudo disimular su terror y por un instante que pareció eterno quedo muda, aunque lo sospechaba, la confirmación de esa sospecha la había simplemente escandalizado.


—¿Qué te pasa Laia? Estas super pálida, y fría —Haciendo un gran esfuerzo Fudo la toco para tratar de sacarla de su letargo. —Laia, háblame, ¿estás bien?

—Fudo esa fue la mujer que te dije que vi en tu casa cuando fui a buscarte.

—Que no puede ser. ¿estás segura de eso?

—No tengo duda, yo nunca olvido un rostro, la mujer que estaba escondida y tenía intenciones de atacarme era tu madre.

—Entonces mis sospechas eran ciertas Laia.

—¿A qué te refieres?

—No le dije nada al inspector, aunque creo que él y sus hombres ya lo sospechaban también.

—¿Qué cosa Fudo san?

—¡Que mi madre fue quien mato a mi padre!


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