Llevaba 5 días muerto cuando encontraron el cuerpo. Ya estaba en evidente descomposición el olor era horrible, pero gracias a eso fue que los vecinos alertaron a las autoridades pertinentes, nadie le conocía, pero eso es algo que, en este piso, en este edificio y en esta ciudad era cada vez más común, no conocer a nadie, no hablar con ningún vecino, estar tan solo que solo las moscas asisten a tu velorio.
De pronto un ruido los alertó, venía de la parte trasera, esa es la cocina dijo uno de los vecinos que estaban allí de metiches
—¿Como lo sabe? —dijo el inspector Cooper.
—Porque en el edificio todos los apartamentos son iguales y la cocina se les ocurrió ponerla en la parte trasera, un genio el ingeniero ¿no cree?
—Manténgase alejado. Ustedes dos oficiales vayan a revisar.
—Una puerta cerrada con llave los separaba de quien quizá fuera el responsable del crimen.
¿Crimen, eso era?
¿Hay alguien ahí? —No sean tontos tumben la puerta —Dijo el inspector Cooper.
Tras un par de patadas inservibles, la puerta se abre.
—¿Quiénes son ustedes?
—¡Arriba las manos! Tírese al suelo
—¿Pero ¿qué es esto, que paso?
—Alto ahí, queda detenido por el presunto asesinato del señor Akiyama
—¡Que! ¿mi padre está muerto?
—¿Su padre?
Era una noche de tormenta una de las pocas cosas que le quitaban el sueño, aunque cada año parecía que se le agregara una nueva, la segunda noche sin pegar el ojo la anterior la culpable fue la pólvora que daba la bienvenida a las festividades navideñas (menuda forma de quemar el dinero - pensaba) en el fondo soy como un cachorro, me asustan las mismas cosas, pero yo no tengo dueño, soy un cachorro vagabundo. (¿dónde estará mi caballero?) la tormenta lejos de cesar, se transformó en eléctrica, los truenos retumbaban en las ventanas de su cuarto, pareciera que el cielo estuviera pasándola muy bien. ¡También estarán jugando como niños con la pirotecnia, como es abajo es arriba!
Una gotera caía en la sala, recordó que había olvidado advertirle de ella a su casero. Tenía mucha pereza de salir de su cama abrir la puerta (¿porque si vivo sola duermo con la puerta del cuarto cerrada?) salir al pasillo, ir a la cocina y buscar una vasija lo suficientemente grande para que en ella cayera el par de goteras que habían decidido ubicarse en forma totalmente asimétrica. Uff demasiada fatiga, mañana me las apañare, si me inundo no lo volveré a hacer…de pronto un frío en su pie izquierdo y otra vez, otra gotera esta vez en la cama, pareciera que el cielo se confabula con la idea de no dejarla dormir de nuevo, lo único que le venía saliendo bien en las últimas semanas, su píldora de escape de un mundo donde sentía cada vez más que encajaba menos. —Lo que Laia no sabía era que ese mundo se iba a poner aún más extraño.
—Suena el celular (¿es enserio?) mientras mira al techo en señal de respuesta. —¿Quién puede ser, mi madre? No ella está un poco loca pero nunca llamaría a esta hora. ¿Ricardo? (su ex) Ja! Se muy bien lo que ese está haciendo a estas horas. —El teléfono suena de nuevo insistentemente. ¿Porque me odias tanto mundo?
—¿Hola?
—¿Señorita Abbati?
—Una duda al contestar…
—¿Habló con la señorita Laia Abbati?
—Eh si…
—Habla con el inspector Zed Cooper, disculpe la hora, pero es un tema muy importante dígame ¿conoce usted al joven Fudo Akiyama?
—¿inspector? oh por Dios le ha pasado algo a Fudo?
—Entonces lo conoce. —Él está bien por ahora, no se preocupe, necesito que usted venga inmediatamente a la estación de policía principal.
—¿Pero por qué? Yo no he hecho nada.
—Lo sé.
—Mire oficial si Fudo. —Inspector! — ¿Disculpe? —
—No soy oficial, soy inspector.
—Ok. Inspector si Fudo se ha metido en líos, debería llamar primero a su padre, además es muy tarde, mañana tengo (en realidad no tenía nada que hacer mañana) un día muy ocupado.
—No se preocupe hay una patrulla con dos oficiales, afuera esperándola.
—Esto debe ser una maldita pesadilla, quizá me dormí y no me di cuenta, quizá la gotera nunca existió, o cuando cayó la segunda en realidad ya estaba dormida.
—¿Señorita sigue ahí?
—Eh sí, sí. (menuda suerte, no es un sueño)
—Señorita Laia, entiendo su sorpresa, pero créame usted no está en ningún lío, al menos por ahora. —(que quiso decir con por ahora, pensó ella rápidamente) —Pero no puedo darle más información por teléfono, la espero en la estación, dese prisa.
—¿Puedo llamar a mi abogado? (como si tuviera para pagar uno)
—Si eso la deja más tranquila, puede hacerlo, pero no es necesario. Ya le dije que usted no es quien está en un problema judicial por ahora.
—Otra vez esa palabrita. ¡Pero oficial…colgó!
Corrió un poco la cortina para mirar afuera, y en efecto había un auto, negro, uno de los hombres vestía de traje la esperaba con un paraguas parecía hablar con quién estaba al volante.
Laia envía un WhatsApp a Fudo, pero no tiene señal, la posibilidad de que este en la estación parece un poco más cierta. ¿Y si llamo al señor Akiyama? ¡No! es demasiado tarde y si Fudo dio mi número es porque no quiere preocuparlo.
—Señorita, señorita. —Tocan a la puerta. —es uno de los oficiales.
—Ya voy inspector, me pongo algo rápido y salgo.
—Soy oficial, no inspector.
Laia tuerce los ojos, ok como sea. —¿Que hago, confió en estos dos hombres? ¿O salgo por la puerta de la cocina y voy a la casa de Fudo? El viaje fue bastante silencioso, los hombres parecían entrenados para no darle ninguna información, ambos de trajes oscuros al igual que el carro, sin música durante todo el trayecto, ella iba atrás y los dos hombres adelante, de vez en cuando el que iba de copiloto la miraba por el espejo retrovisor, Laia se sentía un poco incomoda, pero a la vez bastante segura, sabía que ella no había hecho nada, aun así la falta de información la estaba matando de la curiosidad.
—Hemos llegado señorita. —Dice el hombre al volante.
—¿tan rápido? —dijo irónicamente, ya que el viaje que en realidad solo duro 15 minutos se le hizo casi eterno.
—Diez largos minutos después de estar sentada en la sala de espera, por fin aparece alguien.
—Buenas noches, señorita Abbati, soy el inspector Cooper quien hablo con usted por teléfono, primero quiero disculparme por hacerla venir hasta aquí con tanto hermetismo, pero bajo las circunstancias actuales era necesario.
—¿Qué circunstancias? —Un silencio inundo la sala.
—¿Cuándo fue la última vez, que vio a su amigo, el señor Fudo Akiyama?
—Hace unas dos semanas, cuando debo salir con él.
—¿Salir? ¿A qué se refiere, es usted su novia? —Una sonrisa se dibuja en la cara de Laia.
—No inspector, soy su hermana de alquiler. —Una mirada de extrañeza en el rostro impenetrable del inspector.
—No entiendo, ¿a qué se refiere?
—Le explicare, Fudo es un hikikomori. —Es un término japonés, para referirse a jóvenes que como Fudo se aíslan totalmente de la sociedad de forma extrema, encerrándose en su cuarto, el por ejemplo se encerró en la cocina y no ve a sus padres desde hace dos años.
El inspector Cooper se queda un momento pensativo, cree que esto da un giro inesperado al caso, pero sigue teniendo muchas preguntas para Laia.
—Entiendo y ¿qué papel es el que juega usted en todo esto?
—El padre de Fudo, el señor Isao Akiyama, me contrato para que fuera la hermana de su hijo, es una nueva profesión (hermana de alquiler) que cada día, es más, frecuente en Japón, tarde más de 6 meses en ganarme la confianza suficiente para que Fudo me dejara entrar a su cuarto y después…
—Ahora entiendo. —interrumpe abruptamente Cooper.
—¿Qué es lo que entiende? —Ahora estoy más seguro que el joven Fudo fue el asesino del señor Akiyama, en otras palabras, le estoy diciendo que Fudo Akiyama es un parricida.
—¿Qué? … ¡No puede ser!
Una maravilla, la forma de narrar lo me encanta. Me impaciente esperando el próximo. Un placer leerte. Abrazos
Excelente... !! Ya esperando hasta el próximo lunes! 👏👏
Muchas gracias. Cada lunes saldrá un nuevo capítulo.
Cuando la segunda parte??? Ansiosa por seguir leyendo....muy interesante..
Está muy bien narrado, en si promete. Lo triste; es que es una realidad abrumadora, los vecinos hoy en día, a penas se conocen.
Un abrazo. Un placer leerte