EL SOLDADO MUTILADO
Un soldado argentino que regresaba de las Islas Malvinas al término de la guerra llamó a su madre por teléfono desde el Regimiento I de Palermo en Buenos Aires y le pidió autorización para llevar a casa a un compañero mutilado cuya familia vivía en otro lugar. Se trataba —según dijo— de un recluta de 19 años que había perdido una pierna y un brazo en la guerra, y que además estaba ciego. La madre, aunque feliz del retorno de su hijo con vida, contestó horrorizada que no sería capaz de soportar la visión del mutilado, y se negó a aceptarlo en su casa. Entonces el hijo cortó la comunicación y se pegó un tiro.
LA MUERTE EN SAMARRA
El criado llega aterrorizado a casa de su amo. —Señor —dice— he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza. El amo le da un caballo y dinero, y le dice: —Huye a Samarra. El criado huye. Esa tarde, temprano, el señor se encuentra la Muerte en el mercado. —Esta mañana le hiciste a mi criado una señal de amenaza —dice. —No era de amenaza —responde la Muerte— sino de sorpresa. Porque lo veía ahí, tan lejos de Samarra, y esta misma tarde tengo que recogerlo allá.
EL DRAMA DEL DESENCANTADO
...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.
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