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Grupo Philia - El Enut

Colaboración de: @SPerizN50 @emilio428665565 @enora_d @Andres8342 @misletrasnuria1


En Morton, un pueblo alejado de la ciudad. Solía quedar aislado cuando llegaban las nevadas del duro invierno.

Durante la llegada del adviento el temor llegaba a Morton pues un Enut, que en realidad era un hombre lobo al que habían puesto ese nombre; sembraba el terror durante varias noches en las que cazaba a sus víctimas; las mataba, pero se las llevaba dejando un rastro de sangre, por ello suponían que los cazaba para llevárselos a su refugio.


La realidad que el pueblo ignoraba és que el hombre lobo era el sheriff de la ciudad de la que les separaba 60 kilómetros.

Lilian escuchó ladrar los perros, se asomó a las ventanas, una por una reviso los cierres de puertas y ventanas. Después las atrancó atravesando un madero de lado a lado de cada puerta y ventana. Lilian era viuda; una mujer corpulenta de ojos grandes color avellana y pelirroja. Pero con una derecha que más de un hombre quisiera tener. Los perros seguían ladrando por lo que decidió refugiarse en el pequeño habitáculo que ella misma había construido en el sótano, forrado de plumas y paja, y después sellado con gruesos maderos que impedían que el Enut la oliera pero con un respirador oculto tras el tubo de la caldera que llegaba hasta el respiradero de la chimenea y por el que podía respirar.

Los perros seguían gruñendo y ladrando con intensidad y el Enut se acercaba más peligrosamente. Nadie sabía lo que iba a pasar, pues unos perros frente al Enut, pocas posibilidades tienen de sobrevivir. Pero como buenos amigos fieles de su ama, estaban decididos a hacerle frente con todo y hasta las últimas consecuencias.

El Enut entró en la casa de Liliam, que ya estaba dentro del refugio, y a pesar de la seguridad que sentía nunca había visto al Enut tan de cerca y que al parecer la eligió a ella aquella noche. Los perros se dispusieron a atacar y el Enut empezó a zafarse y morder a cada uno. Mató al más pequeño e hirió a otros dos. Terminó huyendo herido sin completar su cacería.

Liliam salió de su escondite, lamentándose de sus perros malheridos, descubriendo que uno de ellos conservaba entre sus dientes el cordón que sujetaba un guardapelo. Creyó que era una pista, se lo llevó a su hermana que lo reconoció enseguida porque se lo regaló a su ex, que era el actual Sherif de Sinester, la ciudad a 60 km del lugar. Se juntaron los vecinos al día siguiente planificando como terminar con el Enut, o si no había solución matar al sherif. Comenzó la reunión de vecinos en la Biblioteca del pueblo, Liliam fue la primera persona en tomar la palabra, pidió formar una partida de 20 personas armadas hasta los dientes y buscar día y noche al Enut, y no parar hasta abatirlo y quemar su cadáver para que sólo quedarán sus cenizas. Los vítores a favor del plan de Liliam eran un clamor en la Biblioteca. De pronto, tomó la palabra Walter, el único abogado del pueblo y dijo que ese plan era un linchamiento, un delito en ese estado, tipificado en su Código Penal. Walter dijo que era un asunto de jurisdicción federal, y que debía ser un comisisario federal con agentes federales quien liderase la búsqueda y detención del Enut, y en caso de resistencia y de peligro para la vida de los Agentes el Comisario daría órdenes previas de abatir al Enut.

En la Biblioteca se oye un murmullo de desaprobación a las palabras del abogado, cuando de repente alguien abre una puerta, entra en la Biblioteca y cierra de un portazo y a voces grita: ¿Quién ha convocado esta reunión? Era Jack Wilson, el alcalde del pueblo, al que nadie invitó a la reunión. Los vecinos perplejos ante su aparición, musitaron con su grito. Walter tomó la palabra y con sosiego explicó la situación. El egregio alcalde, no mostró sorpresa en su rostro pero su mirada vacía se oscureció. Alzó la mano y llamó la atención de los presentes para comunicarles su apoyo al abogado y añadió: Los agentes federales serán acompañados por voluntarios que ayudaran a peinar la zona.

Mientras tanto, el Enut herido por los dientes de los perros maldecía al descubrir que uno de ellos le había arrebatado el mayor indicio para que descubrieran su identidad. Con paso apresurado, se adentró en el bosque y trazó un plan. Al amanecer, todo estaba organizado pero una llamada abortó la búsqueda. El bosque ardía y todas las autoridades de los alrededores acudieron para sofocar las llamas antes que llegaran al poblado. Lilian extrañada por el sonido de las sirenas, se acercó a la ventana, el ladrido de los perros le tensó todo el cuerpo, seguidamente, un silencio estremecedor.


Con sigilo, buscó un arma para defenderse. El sheriff dió una patada a la puerta y entró en la casa con la fuerza de un huracán. La golpeó en la cara con brutalidad, la agarró del cabello y la acorraló contra la mesa. Con sonrisa ladina y apestando a alcohol añejo le lamió la cara. Lilian se retorció y le mordió la lengua. Empezó a brotarle la sangre de la boca y ella aprovechó sus alaridos de dolor para zafarse, pero con rabia él volvió a empujarla.


Lilian sacó el cuchillo que escondía en el bolsillo del pantalón y se lo clavó en la mano que tenía sobre la mesa. Se oyó como la punta de la hoja se clavaba en la madera y con decisión agarró el atizador para golpearle, En ese instante, Walter entró acompañado por federales, se lo arrebató de las manos y la abrazó. A 2 kilómetros de la casa, las autoridades acordonaron la casa del alcalde. Con un tiro en la cabeza, puso fin a su vida antes de ver el desprecio en la mirada de su familia cuando se descubriera los negocios ilícitos que mantenía con su socio el sheriff y las víctimas asesinadas para que no desvelaran sus secretos.

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