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blumablair

Fuera de mi vida.

¿No es difícil, Paul?

Dime si no es difícil partir viviendo desde el conocimiento de una gran mentira. Aquel lucero competía muy claramente con las sombras esa noche. Sí, sí, Paul. Te hablo de la noche en la que mataron a Marie.

¿no es difícil, Paul?

No es difícil mirar a la mayor de tus hijas sabiendo que la menor se halla bajo tierra y dentro de ella. Que ninguna tendrá jamás descanso y aun así, Paul tendrás que verlas hasta que los gusanos devoren tu pestilente cuerpo y tu pútrida alma deje de estar molestando entre nuestras venas cargadas de deseos.

Yo tengo una solución, Paul, pero mi solución estará solo a tu alcance en el momento en el cual decidas que sí. Que sí es difícil, que ver a tu hija muerta en los ojos de tu hija viva te cuesta demasiado y que los lagos a media noche no son seguros para nadie.

Mi solución estará para ti cuando seas capaz de decirle a Whitney que tú fuiste quien le abrió la puerta al lucero que la iba a asesinar.


Y no, Paul. Yo no me mancharía las manos con tu sangre inservible, tan inservible como para no hablarle a tu hija de los Uróboros, de quienes somos ahora y de lo que simbolizamos realmente; de quien es ahora, ya antes podía ser una aspirante a nuestro cerrado círculo de serpientes. Pero desde la transformación su sangre es más fuerte que ella, Paul. Y su sangre la invita a estar con nosotros, con su clan, con sus hermanos. E iremos a por ella; nadie te asegura que no esté ya entre nuestras manos, el ojo que todo lo ve.

Cuando menos lo esperes, Paul. Ya no tendrás nadie a quien mirar, porque Whitney Friner estará en mis manos con uno de mis masones.

Firmaría, no sé si por placer o por regocijo, pero es que ya sabes quién soy por simplemente las palabras que engalanan este papel, tan blanco como tu hija, la viva claro está. Créeme que la muerta lo que más carga son marcas.


Paul Friner se acarició la calva de forma repetida. Era, desde las dos semanas anteriores, su movimiento más común. Su esposa Annie ya le había dicho más de una vez que tenía que dejar de hacer eso porque si no pasaría a ser una manía. Y seguro que Paul no quería ser un maniático. Cerró la carta y la apiló junto con otras trece en una perfecta hilera que ahora presidía su escritorio.


Todas las cartas variaban y absolutamente todas tenían la misma maldita letra. Paul sabía de qué le hablaba, perder a Marie había sido un gran golpe que Annie y él se habían pasado años intentando sobrellevar, metidos en su trabajo y yendo lo menos posible a casa, para evitar encontrarse con los azules ojos de Whitney.


—Estoy cansada de ir y venir, Paul. —

—Le había confesado Annie aquella noche después de llegar de Berlín—.

—No sé qué podemos hacer, Ann; Whitney ya no es una niña y nuestro hogar está aquí, en parís.

—Con aquel fantasma destruyendo nuestra vida jamás podremos llamar hogar a ningún sitio —apoyó la cabeza en su hombro —

—¿Crees que a mí no me cuesta, Ann? Cada día me hace pensar más en cómo sería Marie, y eso me hace sentirme peor porque… porque no puedo evitar pensar en nuestra pequeña Whitney y en todo lo que le estamos quitando por un simple miedo, por un fantasma que no nos deja vivir —Ella lo miró con determinación y se sentó en la cama, fijando la vista en él de forma intermitente—. Se acabó, Paul. Volveremos a París en algunos días y no saldremos más que para lo necesario, Whitney nos necesita en su vida.


Esa fue toda la conversación con su esposa, y tampoco necesitaba otra. Se había estado preparando mentalmente para lo que significaba mirar a Whitney a los ojos y ver como en la profundidad de sus iris azules aparecía, sin que nadie la invitara, la imagen de Marie Friner, con su cabello de niña y su sonrisa alegre y luego a Paul le venían imágenes de la niña muerta a la cabeza.


Aquel día no era algo que le gustase recordar espacialmente, Annie y él habían establecido un serio código en el cual ese tema no se tocaba a menos de que fuese necesario. Y luego estaban las cartas.


Los Uróboros fueron grandes conocedores de los astros en su tiempo, o al menos eso se contaba. La verdad era que eran los encargados de controlar el poder y la luz de las estrellas, dominaban por completo el lenguaje del cielo oscurecido y su padre desde muy joven, al igual que gran parte de su familia habían ayudado al clan y pertenecido a él cuando la sangre así lo requería. Whitney tenía cierta predisposición para ello, pero desde que un lucero (seres híbridos entre brujas y vampiros) había matado a Marie en un ritual, marcando el destino de Whitney, nadie había podido superarlo; nadie había podido prepararla y mucho menos decirle cuál era su deber.

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18 gen 2021

¡Fantástico, Bluma! 👏👏

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