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El brillo de la Luna



La Hija Luna tenía ya casi puesta su mejor y más hermosa ropa blanca.

Deseaba brillar para las mujeres y hombres... pero especialmente para las jóvenes soñadoras, los niños y niñas con gran imaginación, así cómo para las abuelas y abuelos, a quienes daba luz, amor y en especial, compasión a quiénes se encontraban solos.

Viendo que Papá Sol ya se iba ocultando detrás de un hermoso atardecer, le pidió si le obsequiaba el último rayo de ese día y, con todo su amor, Papá Sol iluminó a Hija Luna con sus últimas luces del día.

La noche apenas despuntaba y la Luna brillaba y brillaba, esperando a sus Tías Estrellas, con quienes iluminaría la oscura noche de sus Sobrinos Humanos, Hijos de su Hermana Mayor Tierra.

Sin embargo, de pronto, un Señor Nube muy gordo y gris, empezó a tapar, poco a poco a la Luna, a lo que esta le dijo:

- Señor Nube, Señor Nube, por favor, siga su camino, no me tape mi Luz. - dijo Hija Luna.
- Permiso, permiso - dijo con apuro Señor Nube - me esperan mis Hermanos Nubes, Mamá Tierra nos espera, necesita agua ella y todos sus hijos.
- Pero... - quiso decir Hija Luna, pero, pronto se dio cuenta, que esa noche, no podría brillar.

Hija Luna entendió, que todos los seres tienen su misión y que sus Sobrinos Humanos necesitan del agua del Señor Nube para vivir.


A la noche siguiente, quería volver a ponerse radiante Hija Luna, pero entre tantos y tantos aprontes, al salir notó que ya era de noche y que Papá Sol ya había acabado su recorrido.

No había suerte, esa noche, sí se vio en el cielo, pero le faltó el brillo del rayo del Sol. Por lo tanto, a pesar de todos los detalles adicionales que se había preparado, estuvo un poco opaca toda la noche.

Al amanecer, cuando la Luna se comenzaba a ocultar y el Sol ya empezaba a salir, le pidió Hija Luna a Papá Sol, que por favor está noche sí la esperase, que está noche sería su máximo de belleza y arreglo.

A lo que Papá Sol le dijo:

Hija Luna, no necesitas tanto detalle, todos te aman y no depende de tu brillo, ni de bellos vestidos o fastuosos detalles. A ellos, les ilumina el Alma que tu luz aparezca en la noche, con más o menos brillo, ellos te aman por igual.

Y tras esto, Hija Luna se retiró a descansar y a pensé en las palabras de su padre Sol.


Finalmente, esa noche, Hija Luna comprendió las palabras de Papá Sol. Quienes te aman, te aman tal cual eres. Algunos estarán cuando más brilles... pero otros, estarán aún en tu más débil luz y especialmente, en las noches oscuras. Porque eso es Amor.


Hija Luna entonces, se puso un viejo vestido blanco que ya había usado hace tiempo atrás. Y que aún se veía muy bien.

Estaba tan contenta la Luna, que está vez, salió hasta un poco temprano. Por un rato, pudo compartir el firmamento con Papá Sol.


Ya cuando este se ocultaba, le dijo que estaba muy bella al natural. Que, si deseaba, igual le dirigía un rayo de sol para darle aún más Luz.

Esta vez, Hija Luna le agradeció a Papá Sol. Pero cortésmente rechazó el ofrecimiento. Esta noche sería ella misma.


Y hay quienes dicen, que esa misma noche, bajo la luz de una hermosa Luna, nacieron amores que duraron toda la vida y se escribieron poesías, que aún hoy, se siguen recitando la noche... a la luz de la Hija Luna.

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